Galicia tiene 1.469 aldeas abandonadas y más de 1.800 se hallan al borde de la desaparición.
El número de pueblos sin ningún habitante crece un 4,3% con respecto al año 2011 - En Pontevedra se contabilizan 150 núcleos de población abandonados, el 10% del total
C. VILLAR / P. PÉREZ - SANTIAGO
A pesar de que se está produciendo un regreso al rural de desempleados -o desencantados de la vida urbana, como los "neorrurales"- que buscan en las tierras de sus antepasados una oportunidad para sortear la crisis, los datos siguen siendo demoledores: las aldeas gallegas están pereciendo por falta de su principal alimento, los habitantes. El Instituto Nacional de Estadística (INE) confirma en su Nomenclátor que son ya 1.469 los pueblos de la comunidad en los que no queda ni un solo residente.
La cifra empeora la del año anterior, 2011, cuando alcanzaban el estatus de aldeas fantasma 1.408 núcleos rurales. La diferencia, de 61, implica que cada mes cinco aldeas se quedaron vacías durante el año pasado, y confirma que la tendencia a la despoblación sigue en aumento. Entre 2011 y 2012, los lugares que vieron cómo sus pobladores hacían las maletas o, simplemente, sucumbían a la inexorable ley de la edad, se elevaron un 4,3%, mientras que entre 2010 y 2011 este estancamiento había firmado una pequeña tregua, ya que el incremento había sido solo de un 0,4%. Con todo, durante los años anteriores, la gráfica que avala la progresiva despoblación del rural siempre fue ascendente, con ascensos en el número de pueblos que se quedaban sin un alma que rondaban de entre el tres y el cuatro por ciento por año.
Lo que el futuro deparará al rural gallego es aún más desolador si se tiene en cuenta que el Instituto Nacional de Estadística contabilizaba el año pasado en la comunidad 1.863 núcleos en los que solo resistían uno o dos habitantes, lo que los convierte en probables víctimas de esa epidemia de abandono. De hecho, la cifra, un centenar más que la inventariada en 2011 -cuando se registraron 1.762 aldeas con esas características-, representa un incremento del 5,7 por ciento, otro augurio negativo para el devenir del campo gallego.
Sin embargo, también en la despoblación hay clases y hay provincias que se desangran más que otras. En el caso de las aldeas en las que ya solo dan testimonio del paso del ser humano las casas y el cartel con el nombre al lado del camino, Lugo es la que sufre una más clara desventaja, porque en 2012 contaba con 629 núcleos abandonados -18 más que en 2011 y el 48% de los existentes-. En segunda posición se halla A Coruña, con 561, con una caída aún mayor: 21 aldeas más que en 2011. El sur ofrece datos más optimistas: en Pontevedra se registraban 150 casos de lugares deshabitados, quince más que en el año anterior (pero que aun así solo suponen el 10% del total), y en Ourense la cifra bajaba hasta los 129, solo siete más que los contabilizados un año antes.
Cuando lo que se analiza son los datos referidos a lugares que conservan todavía uno o dos pobladores, las provincias gallegas se comportan de la misma manera. Así, Lugo lidera la lista con casi un millar -en concreto, 999- de núcleos en peligro de extinción, seguida por A Coruña, con 540. Otra vez Ourense y Pontevedra resisten mejor, solo que esta vez se intercambian las posiciones, ya que Ourense está peor, al contar con 180 aldeas de uno o dos residentes, mientras que en Pontevedra solo se encuentran en esas circunstancias 144. Los datos son peores que en 2011 en todas las provincias excepto Ourense, porque ese año contaba con 183 aldeas al borde de la desaparición.
