Luis Torras, pintar a los 107 años.
photo_camera El pintor centenario Luis Torras, en su estudio de Vigo. (Foto: Jorge V. Landín)
Francisco J. Gil - la región - 24/jul./20
Hace años que su obra pictórica ha hecho inmortal a Luis Torras. Pero él sigue, día a día, librando la eterna batalla de la creación artística.
Incansable, imparable, siempre buscando nuevos horizontes. Son cualidades que tal vez encontremos en pintores jóvenes. Y así es Luis Torras. Un pintor que nunca ha dejado de ser joven, ni siquiera ahora, que tiene 107 años. Es el artista en activo más longevo del mundo. Nacido en Vigo el 29 de diciembre de 1912, no le asusta la pandemia de coronavirus. Él vivió la gripe del 18 siendo niño en Vigo y la terrible experiencia de la guerra civil en el frente de muchas batallas. Y luego la posguerra, el racionamiento, los colores tristes de una España aislada y hambrienta. Nada que ver con la pintura que él recrea en sus cuadros, tan expresiva, tan entregada a la luz y al color. A ella se ha consagrado casi como un sacerdocio y dedica cada día de su vida, con la misma intensidad ahora que tiene 107 años que cuando era joven. Y es que aunque las fuerzas físicas ya no responden igual, su cabeza sigue maquinando, pensando nuevas técnicas, nuevos materiales, nuevos colores.
1. ¿Siempre quiso ser pintor?
Me gustaba cuando era niño, pero tuve que luchar mucho para poder llegar a serlo. Hubo que hacer muchos sacrificios en casa y yo empecé a estudiar Bellas Artes ya con veintidós años. A los trece estaba trabajando como un obrero más en la cerería familiar.
2. ¿Cómo organiza su día a día?
Me levanto todos los días a las siete y media de la mañana y me acuesto a las diez de la noche. Sin embargo, duermo poco. Cuando estoy en la cama y no duermo ya estoy pensando qué voy a hacer al día siguiente, cómo voy a renovar, porque me interesa seguir avanzando. Y aunque trabajo todos los días, me doy cuenta de que no me llega el tiempo.
3. Dicen que es usted un alquimista, que se prepara los pigmentos, los colores, ¿es así?
Lo preparo todo. Hay una parte muy laboriosa en la pintura que es la preparación. Yo preparo la tela. Es una tela de lino, que trabajo sobre una tabla. Preparo los pigmentos, buscando siempre aquellos colores que más perduran. Incluso investigo en los pigmentos que se utilizaban en épocas antiguas. Ahora, por ejemplo, estoy investigando en los colores hechos con leche y cal. Todo tiene una preparación, un estudio. Me gusta que los colores ayuden a que un cuadro muestre su luminosidad y que no se deterioren con el paso del tiempo.
4.Veo que no usa gafas ni para leer ni para trabajar
Tengo buena vista, afortunadamente. Pero muy mal oído. Me quedé sordo de un oído durante la guerra, de un disparo. Me pegaron un tiro. Pero no me sirvió para que me mandasen a casa. Tuve que seguir peleando, como otros muchos. Nos metieron en la guerra. Aquello fue un verdadero drama para muchas personas y para muchos jóvenes como yo.
5. La guerra truncó sus estudios de Bellas Artes, en la escuela de San Fernando ¿qué pasó?
Yo había empezado a estudiar Bellas Artes en Madrid durante la República. Llegué a Madrid con 22 años, con mucho esfuerzo por parte de mi familia. Allí conocí a Buero Vallejo, que era presidente del sindicato de estudiantes y me recomendó que me afiliase porque con el carnet podía entrar gratis en los museos. A mí eso me pareció muy interesante, porque me permitiría entrar en museos como el Prado. Cuando llegó el golpe del 18 de julio de 1936, el hecho de tener ese carnet ya te ponía en peligro. A mí me vinieron a buscar a la pensión en la que vivía para fusilarme. Pero estaba en Vigo y no me encontraron. Y en Vigo vinieron a buscarme, para mandarme al frente. Luché en el bando que me reclutó. Podía haber sido en el otro, o me podían haber fusilado. No era cuestión de ideología, sino de estar en una ciudad o en otra, lo que cambió la vida de muchas personas, entre ellas a mí.
6. ¿Qué hizo una vez que finalizó la guerra?
Todavía permanecí en el ejército un tiempo. Luego volví a Madrid y terminé los estudios, porque yo quería ser profesor de dibujo, además de pintor. Volví a un Madrid, muy gris, de posguerra. Eran tiempos difíciles. Y cuando terminé volví a Vigo y empecé a dar clases en la Escuela de Artes y Oficios que había fundado García Barbón. Tengo recuerdos muy gratos de mi etapa de profesor y de mis alumnos. Algunos han venido por aquí, por casa, a visitarme, no hace mucho tiempo.
7. Nunca siguió un movimiento pictórico concreto ¿por qué?
Nunca tuve intención de ir a Bellas Artes para engancharme a un movimiento pictórico. Allí lo que esperaba era, además de tener un título para poder sacar una oposición y dar clases, era conseguir hacerme con las técnicas, el oficio. La creatividad iría después por distintos caminos. Siempre me consideré un pintor que caminó en solitario. Esto no quita que no sintiese admiración por otros pintores.
8. En este día a día, trabajando, ¿ha pensado en volver a hacer otra exposición?
Yo ya no pienso en eso. Pero esos cuadros que están ahí, al lado de la escalera son para Montenegro (se refiere a la Galería Montenegro de Vigo) que está empeñado en organizar algo. Llevo ya un tiempo seleccionando cuadros, pero… bueno… yo ya no estoy para estas cosas. Tengo ganas de seguir trabajando, de hacer ese cuadro, a ver si lo termino. Me gustaría ver mi obra en una exposición en el MARCO (Museo de Arte Contemporánea de Vigo), pero eso ya no depende de mí.
9. Su colección más importante está en la Casa das Artes. Son 50 cuadros donados por usted a Vigo. ¿Por qué lo hizo?
Yo nací en Vigo, vivo en Vigo, me siento muy agradecido a esta ciudad y quería que la mejor selección de mi obra estuviese representada en una colección aquí, en Vigo. Ya hace más de veinte años de la donación.
En esa colección hay muchos paisajes de España y de Galicia. Reflejan una vida muy viajera. Sí. Yo recorrí muchas veces España. Y he plasmado esos paisajes, no en el sentido fotográfico sino de las impresiones que me causaron en muchas obras. paisajes del interior, de la costa, de Galicia. Los paisajes forman una parte importante de mi obra, aunque también he cultivado otros géneros como el retrato, el bodegón...
10. ¿Le ha confinado el coronavirus?
Para mí el confinamiento no ha supuesto ningún cambio en la rutina de mi vida. Trabajé tanto como antes. Ahora ya no salgo de casa. Echo de menos poder hacerlo, visitar una exposición, pasear… pero mi estado físico ya no me lo permite. Aún así, me siento feliz de poder seguir trabajando, o de interrumpir el trabajo para conversar con usted. Reconozco que soy un afortunado, para desgracia de la Seguridad Social, a la que seguramente no le hará tanta gracia llevar tantos años pagando mi pensión (sonríe).