Los Orígenes
A mediados del siglo IX, un conjunto de monjes se asentó junto al Cantábrico. Alfonso III de Asturias dio su beneplácito al asentamiento configurando en cierta forma la nueva diócesis. En 866, el obispado de Lugo cedió terrenos al norte de sus dominios, próximos al mar Cantábrico, dando origen a la diócesis mindonense y creándose el Monasterio de San Martín de Mondoñedo como sede de la misma.
Debido a su proximidad al mar y el peligro de incursiones de los pueblos de norte (normandos y vikingos), los obispos pensaron en la necesidad de trasladarse a tierras del interior. Los obispos de la sede mindonense consiguieron la autorización del papa y los reyes de trasladar la sede de la diócesis a la actual Mondoñedo alrededor del año 1112. Entonces se vio la necesidad de la construcción de una nueva sede catedralicia, la actual.