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Voces chinas que dicen “basta". Lucía Sun.

Las mujeres de segunda generación de China dicen "basta".

Voces chinas que dicen “basta".

Las mujeres de segunda generación de China dicen "basta" (Fotos: LUCÍAN SUN).

photo_camera Las mujeres de segunda generación de China dicen "basta" (Fotos: LUCÍAN SUN).

Brais Iglesias – LA REGION - 04/abr./20
La fotógrafa ourensana Lucía Sun, de origen chino, mueve una campaña de imágenes (@imnotavirus_19) para decirle al mundo lo que sus padres y abuelos no son capaces de transmitir: "No somos un virus", dicen, hartos del racismo surgido con la pandemia

"Los chinos no somos un virus". Al padre de una amiga de Lucía Sun le escupieron en la cara culpándolo de traer el virus. Solo por su procedencia, al igual que a su propia madre, que vive en Ourense, y que fue a verla a Madrid y tuvo que aguantar cómo unos niños la llamaban "coronavirus" sin que nadie moviese un dedo. Ahora, los jóvenes de China que han nacido o se han criado en España alzan la voz por ellos, sus discretos padres o abuelos que no se atreven a dar el paso. "Queremos hablar por los que no tienen voz; mi madre no sabe explicar esto, la gente no quiere exponerse", explica ella.

"I'm not a virus" (No soy un virus) es el lema de una campaña fotográfica cuyo germen ha salido de la ourensana y que ha sido lanzada en Madrid a través de la cuenta @imnotavirus_19: "Es una campaña contra el racismo sufrido por el coronavirus, queremos lanzar un mensaje universal, porque este tipo de racismo se está dando en todo el mundo". 

Este mensaje con el que la comunidad china quiere decir "basta" tiene su germen en la ciudad de Ourense, donde Lucía Sun lleva más de 20 días de confinamiento. "No necesitamos ni salir a comprar, mi madre compró 300 kilos de arroz antes de todo esto", asegura Lucía. 

Desde esa pequeña trinchera, junto a otros compañeros de segunda generación china, ha decidido que es hora de romper barreras y "dar la voz a nuestros padres y familiares. La comunidad china siempre ha sido muy cerrada, discreta y poco integrada, pero la segunda generación quiere dar voz a esa gente que se ha sentido excluida, atacada y menospreciada", dice Sun. 

Al padre de una amiga de Lucía le escupieron en su tienda cuando en China contaban los muertos por millares: "¿Qué culpa tiene él?"

REALIDAD ESCONDIDA
Ahora, quieren sacar a la luz una realidad, la de los ataques raciales a los asiáticos, muchas veces escondida, pero que ha aflorado con más virulencia a raíz de la pandemia de COVID-19. "Me duele en el alma que a mi madre unos niños la llamen coronavirus solo por haber nacido en otro país", explica la joven. 

Lucía nació en Valencia, pero pasó toda su infancia y juventud en Ourense, donde comenzó a formarse en arte desde el bachillerato y pasar por colegios como Josefinas, Maristas y, finalmente, la Universidad Laboral. Ella sufrió el "racismo de pubertad, cuando los niños son más jodidos, el que se vive en las escuelas". Ese racismo, que su madre no vivió, es parte de la diferencia de su cariz contestaria: "Yo le responde a cualquiera que me diga algo".   

Ahora está inmersa en este proyecto lanzado en Madrid, que ofrece un concepto de imágenes que juegan con las mascarillas, rostros cubiertos, manos en la cara, "una sociedad silenciada". Todo vino de una corriente foránea #imnotavirus a la que la gente se fue sumando. El gran empujón a esta tendencia en España lo dio el cantante Puto Chino Maricón en España, al aparecer en el desfile de la Fashion Week con elIMG_0295b_result
lema.
"Cuando nació, vi que no había ningún tipo de imagen consolidada para mostrar esa realidad. Entonces pensé que era necesario difundir imágenes que te lleguen más". 

Más de 300 chinos en Ourense se unen para donar material: "Son cívicos y aportan, y pese a todo sigue habiendo racismo"

IMÁGENES
"Las imágenes muestran una parte de la juventud china que quiere defenderse de esos ataques, que no quiere callarse, para ir en contra del odio",dice. Lo crearon antes de que ella se recluyese en su casa de Ourense. "Antes de que empezaseis con esto ya estábamos encerrados y con todo lleno de comida. Cuando vimos lo que pasaba en China, mis padres me decían que aquí iba a haber una réplica. Ya habíamos comprado todo y estábamos todos recluidos. No me cabe en la cabeza que se celebrase el 8-M en Madrid. Yo no fui, y eso que había ido todos los años", reconoce. 

El racismo ocurre, igual en Madrid que en Ourense. "He recibido más críticas a pie de calle aquí que en Madrid, quizás allí la gente está más abierta a todo", dice Sun, que quiere dejar claro el compromiso social de esa comunidad en la ciudad. "Aquí hay más de 300 chinos, e hicieron una colecta común, reunieron sobre 15.000 euros y han estado donando. Debería tenerse en cuenta que cuando ocurre algo tan grave sea la comunidad china la que dona cosas generosamente, sin esperar nada a cambio. Es una sociedad que no da problemas, y lo que más fastidia es que haya gente que se dedique a insultarlos solo porque saben que no les van a pegar. Algo que no harían con otras etnias. Eres una persona cívica, aportas, y al final tienes que recibir esto". 

Habla por muchos de ellos, porque la generación de sus padres, "como siempre se han criado en China, llevan el comunismo muy en las venas y son una sociedad más cerrada". De hecho, para hacer su proyecto img_0690c_result
fotográfico ha tenido que tirar de gente joven, porque "nuestra gente mayor no se presta a esas cosas".  Quieren derrotar esos "microrracismos" que viven ahora con mayor frecuencia. "Cuando empezaba todo, me llegó un paquete al trabajo y todos se quedaban riendo y diciendo: '¡Oh, es coronavirus, cuidado’! Yo les decía que no bromearan con eso y me llamaban victimista. ¿Pero a mí qué más me da hacerme la víctima si ni vivo allí? ¿Qué culpa tiene una persona de haber nacido en un sitio en el que se ha propagado la enfermedad? No me cabe en la cabeza".

"Me duele en el alma que a mi madre la llamen coronavirus solo por haber nacido en otro país. no me cabe en la cabeza"

DIFERENTES SOCIEDADES
 Y es que con las pandemias surgen odios "absurdos" como dice Sun. "Hay que poner punto final a ciertas cosas", sostiene la joven ourensana, que ahonda en la raíz de la diferente respuesta de la sociedad china ante la pandemia frente a la española. "Deberíamos preguntarnos por qué aquí mola tanto ser gilipollas. En China, el popular en el colegio es el que se porta bien, el que tiene buenas notas, aquí no .¿Qué culpa tiene un niño chino que está en España de lo que está sucediendo en su país de origen?". 

El comunismo en China tiene partes buenas y malas: "La población está muy controlada, algo que me parece mal, pero que permite controlar una pandemia. También tiene mayor conciencia social. Aquí no tenemos esa capacidad de controlar a la gente, pero allí hay más represión". 

Couso Galán
Adolfo Dominguez
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